Santo Domingo. La artesanía dominicana ha recibido un gran empuje con la feria Design Caribbean 2011, durante la cual se puso de manifiesto la diversidad artesanal del país y la región del Caribe, el aporte de más de US$1,246 millones anuales a la economía criolla, los más 132 mil empleos que genera y la importancia que tiene para continuar impulsando el turismo de República Dominicana.
Se trata de un valor autóctono cuyos promotores tratan de darle el sitial que merece, lo cual quedó demostrado del 1 al 4 de septiembre pasado durante la Feria de Comercio del Caribe Design Caribbean 2011 en el hotel El Embajador, donde 15 grupos de artesanos dominicanos, de un total de 150 de países del Foro del Caribe (Cariforo), mostraron muy entusiasmados sus creaciones, a un público que comienza a valorar la artesanía y la importancia que tiene.
Según Pamela Coke Hamilton, directora ejecutiva de Caribbean Export, analiza la situación del sector y afirma que en parte las Bahamas también vive una situación similar a la de República Dominicana, que a veces se falla en el diseño de presentación del producto y en el desarrollo de políticas gubernamentales que fomenten la artesanía.
También pone como ejemplo a Jamaica, donde es el gobierno quien promueve su arte para así preservar la identidad nacional. «Esa creatividad es nuestra identidad y esa identidad se refleja en nuestro arte, en nuestros diseños, en nuestra música y en cómo vemos la fusión de diferentes culturas», resaltó.
Paulina del Carmen tiene 30 años como artesana; empezó trabajando cerámica al horno y ahora restaura piezas a modo de reciclaje, pero se queja de que el mercado internacional ha arropado el local, en el sentido de que piezas artesanales son traídas de fuera y les colocan aquí el sello de «Hecho en República Dominicana«. «Traen furgones de mercancía a República Dominicana que no son dominicanas», asegura.
Comenta que el apoyo que recibe mediante las comodidades de préstamo a las Pequeñas y Medianas Empresas y del Centro Nacional de Artesanía(Cenadarte), han sido un aliciente para no quebrar en este negocio que, por demás, le apasiona, cuyas mercancías se expenden en los aeropuertos, hoteles y lugares turísticos están entre los principales puntos de venta de los artículos criollos, al igual que las ferias.
La familia Puello, oriundos de San Cristóbal, con 40 años en el negocio y su mercancía certificada con la Unesco, exhibían aves y peces hechos de madera; y durante la feria, el viernes, hicieron un contacto para exportar a Saint Croix, lo cual sería un paso de avance porque sumarían ese mercado a Puerto Rico, Barbados y otras naciones donde han logrado llevar sus creaciones.
Feria: cerámica, santos y pintura
En Design Caribbean, artesanos de San Pedro comercializaban sus cerámicas hechas a base de barro; los de Azua sus santos de palo y desde Imbert, Puerto Plata, trajeron esculturas hechas a base de madera petrificada.
Al destapar un pequeño cofre hecho cuidadosamente de la rojiza sabina, se olía ese aroma fuerte que despide esa madera, artículos junto con magnetos y otras piezas, elaborados por artistas de San José de Ocoa.
Del Distrito Nacional, las personas de Cayenarte mostraban con orgullo sus confecciones hechas con pintura decorativa sobre madera noble, quienes dieron las gracias tras recibir un halago sobre lo vistoso y bien elaborados que lucían sus artículos fabricados a mano; no se quedaron quienes trabajan el larimar, piedra azul turquesa que se encadenaba en collares exhibidos por Ambar Nacional and Larimar Factory.
Del Caribe
En la denominada The Garden Tent, ubicada en el jardín de El Embajador, además de dominicanos, también estaban extranjeros vestidos con trajes típicos que evocaban la ropa indígena. «Somos de Dominica», respondió uno de los representantes. Un compañero se sentó a tocar tambora, mientras el otro explicaba que los cestos que lucían en su «stand» estaban hechos a base de materiales locales.
En otras instalaciones del hotel, los artesanos de Haití exhibían carteras hechas delicadamente a base de cuero; West India Sea Island promovía prendas blanquecinas hechas de un fino algodón.
Repujado en metal, botánica, muebles y alimentos especiales eran otros de los tantos artículos que exhibían los caribeños de naciones como Cuba, Santa Lucía y Jamaica.
La finalidad de juntar en un solo lugar la artesanía criolla y del resto del Caribe, era que se encontraran, se apreciara su valor y se vendieran a un público de la región, estadounidense y europeo. Y quedó bien claro durante la feria es que la influencia de los EEUU, la presentación del producto y baja atención del gobierno afectan el desarrollo de la industria artesanal local.