Este domingo 5 de febrero, a las 10 de la mañana, el presidente Luis Abinader dará el palazo de inicio, en Cabo Rojo, de los dos primeros hoteles anticipados del Proyecto de Desarrollo Turístico de Pedernales, los cuales serán operados por las prestigiosas cadenas internacionales Inclusive Collection Part of Word of Hyatt e Iberostar.
La invitación de la Dirección General de Alianzas Público Privadas (DGAPP) comienza a despejar el halo de desesperanza que cubre a los pedernalenses resultado de una vida de promesas incumplidas. Muy bien.
Tal vez no exista un pueblo de la República Dominicana que haya recibido tantos ofrecimientos de bienestar general como éste del extremo más austral del territorio nacional, empobrecido (57%) y sin ninguna necesidad básica resuelta, pese a que el Estado se ha beneficiado de sus riquezas mineras.
Eso sí, en el terreno ya aplanado para la construcción de las edificaciones deben estar las maquinarias, sus operadores y los ingenieros para arrancar tan pronto el mandatario simbolice el comienzo de la obra durante la ceremonia ante autoridades nacionales y provinciales.
Y, a partir de ahí, que trabajen sin descanso hasta terminar, siempre bajo supervisión estricta de Obras Públicas. Es lo más conveniente para la gestión gobierno actual porque, así, se quitaría de encima el sambenito pegado por sus opositores de solo dar palazos sin concretar nada.
La provincia toda debe apoyar la iniciativa, sin importar colores partidarios. Pero sin dejar de vigilar para que todo salga bien, cónsono con el turismo sostenible y sustentable. Cuestión de responsabilidad colectiva.
El director ejecutivo de la DGAPP, Sigmund Freund, ha dicho en la Feria Internacional de Turismo (Fitur-2023), celebrada a mediados de enero en Madrid, España, que el Gobierno busca un socio estratégico privado que debe demostrar la disponibilidad de US$570 millones para los próximos cuatro años. Y aseguró que con este dinero se construirán siete de los nueve hoteles de la primera etapa, áreas comerciales y el aeropuerto internacional en el paraje Manuel Goya, Oviedo.
De las obras anunciadas por Abinader, en el marco del Proyecto de Desarrollo Turístico, va a muy buen ritmo el acueducto y sus redes, que llevaría agua a Cabo Rojo y mejoraría el servicio al municipio.
Buena noticia. Agua potable es alimento de primera línea, sinónimo de salud; sin embargo, la comunidad poco a poco se fue quedando sin acceso a este servicio en vista de la obsolescencia de las instalaciones y el alocado crecimiento urbano.
Ha caminado también de manera sostenida la continuación de la instalación de la línea de 138 kilovatios (74 kilómetros) que interconectará a Pedernales con el sistema eléctrico nacional.
Y ya han comenzado a ejecutar el proyecto de la verja y puerta fronterizas.
La carretera Barahona-Pedernales registra un grave atraso. El tramo Barahona-Enriquillo (49.3 kilómetros), con más de un lustro en reconstrucción, luce un elefante blanco, aunque a la salida del municipio cabecera San Cruz de Barahona, los primeros tres mil metros den la impresión de autopista.
El trecho Enriquillo-Pedernales (74.5) presenta aspecto ruinoso, pese a la promesa de eliminación de, al menos, 70 curvas peligrosas y de terminarla en tiempo record.
Es la única vía de entrada y salida a Pedernales. Y es un verdadero tormento, por su sinuosidad, estrechez y el reguero de vacas, chivos y burros que sorprenden en cualquier curva.
La anunciada carretera (40 kilómetros) para comunicar al pueblo con Duvergé desde Aceitillar, en lo alto del Baoruco, sigue como proyecto sin ejecución. Además de atractivo turístico, el comienzo sería el mejor homenaje a los padres fundadores de la comarca en los años 20. Fue la ruta escogida para bajar a Sabana de Juan López (Pedernales) a lomo de mulos y caballos. La conexión con el municipio Oviedo se hacía por caminos inextricables.
Otra iniciativa dormida profundamente es la del frente marino, en la playa del pueblo. Un cambio radical frente a la hermosísima playa local con el levantamiento de áreas de recreo, ciclovías, viviendas, oficinas, gimnasios, salones de belleza, centros comerciales, restaurantes, malecón y otros, activaría la economía local y sería parte del balance con el desarrollo de Cabo Rojo, distante 23 kilómetros.
Durante el último año del segundo cuatrienio de Danilo Medina (2016-2020), bajo un sol ardiente, en la arena, funcionarios celebraron un resonante acto con primer palazo y tractor incluido. Pero todo se agotó en el relumbrón de ese día preelectoral.
Este comienzo de la semana, el presidente Abinader debería agregar a su agenda a desarrollar en Pedernales el inicio de obras anunciadas y la agilización inmediata de las que están enchivadas sin explicación.
En su quinto viaje desde su toma de posesión el 16 de agosto de 2020, sin precedentes, haría bien si llegara con las “pilas puestas” para que no solo sean los esperados dos hoteles.
