La gestión de un funcionario público siempre exhibe luces y sombras, especialmente cuando encabezan alguna dependencia gubernamental. Nuestro actual ministro de Turismo no es la excepción. Su gestión ha sido bendecida por una espectacular recuperación del flujo turístico después de la pandemia. Pero sus muchos logros son desmeritados por no equilibrar adecuadamente los intereses del empresariado con los intereses colectivos de nuestra población. Si no se compatibilizan ambos objetivos, tal desfase podría militar muy en contra de sus aspiraciones presidenciales.
Para enjuiciar su gestión se requiere encuadrar la evaluación en el marco de las prioridades del sector turístico. Lo primero a destacar es que el mismo ministro ha declarado recientemente que el turismo se encuentra en el mejor momento de su historia. (A eso se añade unas perspectivas muy favorables para toda la región del Caribe en el 2025.) Una declaración anterior reportó su correcto diagnóstico de que nuestra industria ha alcanzado su madurez.
Es generalizada la creencia de que las grandes prioridades de desarrollo sectorial –propuestas originalmente por el prominente empresario Rafael Blanco Canto– deben enfocarse en la sostenibilidad, la diversificación y la calidad. Tales desafíos se refieren principalmente a la mejoría del producto turístico nacional. Esto implica que para consolidar nuestra competitividad en el mercado turístico internacional la gestión pública del sector debe enfocarse en una estrategia de especialización turística que tenga como eje central el enriquecimiento del producto turístico nacional. También implica que los intereses particulares del empresariado, signado por la madurez de la industria, se atiendan en un segundo plano. En general, sin embargo, por lo que transpira en la prensa y por las declaraciones del ministro, aparenta que las prioridades de la política pública las determinan los agentes privados y que son los intereses colectivos, determinantes en gran medida de las votaciones electorales, los que ocupan el segundo plano en la gestión de Collado.

Debe reconocerse que, en el marco de las medidas del Gabinete de Turismo se destacó la diligencia del ministro en la labor de la recuperación pospandemia del sector. Aunque algunas de las medidas no surtieron el efecto buscado, en general fueron acertadas y oportunas las que tuvieron que ver con el distanciamiento social en hoteles y el cierre y posterior apertura del país a los visitantes extranjeros. El pais figuró entre los más exitosos del mundo en materia de recuperación turística, aunque no fuimos el único. En parte la estrecha colaboración que el ministro logró entre los empresarios y el gobierno fue un componente importante de ese logro, prevaleciendo desde entonces.
Pero, aunque algunos consideraron la recuperación como una “magistral” obra del ministro, lo determinante fue la “demanda reprimida” (contenida, en inglés “pent-up demand”). El cierre de los países y la represión de los viajes a nivel internacional incubó una inquietante espera que se volcó, a medida que la lúgubre amenaza del virus fue decayendo, en un sostenido aumento de los viajes. ONU Turismo anunció que el pasado año (2024) las llegadas internacionales volvieron a los niveles del 2019. Y por eso no se le puede atribuir al ministro todo el mérito de la recuperación turística del país, a pesar de que los medios locales así lo reportaran.
Después de la pandemia la gestión de Collado ha cosechado logros importantes. En el 2022, por ejemplo, creó un Observatorio de Buenas Prácticas como mecanismo veedor de las obras del CEIZTUR. Para ello tuvo éxito en involucrar prominentes actores institucionales. Además de la DGEIG y la Dirección General de Compras y Contrataciones (DGCC) figuran ASONAHORES, las iglesias adventistas y evangélicas y las universidades que componen la Red Universitaria para el Avance de la Educación Dominicana (RUNED, compuesta por la UNPHU, INTEC, PUCMM, UNIBE y UNAPEC).
El afán por transparentar el manejo de los fondos de la cartera se ha trocado también en un frugal manejo del presupuesto. Aunque remozar el parque de Bánica y financiar la remodelación del restaurant de la Armada en Sans Souci no son obras de su directa competencia, la vox populi así lo reporta. Sin embargo, la transparencia ha estado rodeada de una aureola de misterio. Hasta septiembre del 2023 la cartera solo había ejecutado un 22.9% de su presupuesto, mientras para ese mismo mes del 2024 la ejecución fue de un 52%, y al finalizar el 2024 solo un 70%, la más baja ejecución de todos los ministerios. A eso se añade que el ministro declaró en el último FITUR que, para sus más de 60 viajes al exterior y múltiples y costosos roadshows, no recibe viáticos ni boletos de avión. Ese es un asunto que la DGEIG debería aclarar, aunque la práctica parezca beneficiosa para el erario.
Entre los logros de Collado que merecen una felicitación estará siempre el de haberse empleado a fondo a fin de conseguir la firma de un Acuerdo de Cielos Abiertos. A pesar de que Adriano Espaillat hizo la más efectiva diligencia, no hay duda de que ese acuerdo tendrá muchas ventajas para la conectividad aérea de nuestro destino turístico. Pero el énfasis que ha puesto Collado en el tema de la conectividad, aunque beneficioso, es algo que compete más a los empresarios del sector. Con la enorme cantidad de vuelos que llegan a Punta Cana –a veces más de 600 en una semana– la conectividad no califica como un obstáculo mayor.
Otro logro que merece destacarse es que, haciendo gala de su elevada conciencia turística, el ministro consiguió meter la materia turística en el pensum de las escuelas públicas. El enfatiza correctamente que la introducción de tan importante tema no debe hacerse de manera transversal, sino por medio de una materia especial. Por el otro lado, el ha apoyado al INFOTEP para que continue su fructífera labor en la capacitación del personal del sector. Pero la creación de un instituto técnico superior que anunciara en abril del 2024 para Punta Cana parece haber sido una intención abandonada, tal vez porque con mayor información sobre el alcance actual de la educación turística del país se percató de que era una iniciativa superflua.

En materia de sombras de la gestión, los dos más importantes baldones de su gestión son el injustificado énfasis en la promoción internacional y la elevación sin precedentes de nuestra participación en FITUR. Esto así porque los tradeshows y roadshows en el exterior no son necesarios porque el crecimiento del flujo de turistas se sabía de antemano que volvería a crecer después de la pandemia. Peor aún, la elevada atención a la promoción no es compatible con la prioridad cimera de fortalecimiento del producto turístico. Por la madurez del sector es sobrado tiempo de que la promoción sea responsabilidad principal de los agentes privados (quienes han disfrutado del privilegio de ser el único sector que recibe apoyo promocional en toda la economía). De igual forma el nombramiento de una persona para que se ocupe de la promoción internacional de la Ciudad Colonial tampoco es algo necesario, en vista de que la visitación en este caso es prácticamente cautiva.
De similar catadura en la gestión ha sido la enorme publicidad que se ha gastado a nivel local. Lo más sobresaliente ha sido el enorme despliegue de páginas enteras de publicidad en la prensa escrita para proyectar el crecimiento del flujo de turistas. (Las frecuentes y costosas doble cubiertas debe haber sido pagada con fondos propios, puesto que un decreto del presidente Abinader había prohibido tales excesos.) Debe resaltarse también que el Gobernador del Banco Central cometiera el simpático error de llamar turistas a los visitantes de cruceros, cuando siempre los turistas han sido los extranjeros y dominicanos ausentes llegados por vía aérea. Las críticas sobre esta mala práctica fueron corregidas posteriormente englobando ambas categorías con la abarcadora etiqueta de “visitantes”.
Por otro lado, Collado no ha sido el único ministro que ha usado el recurso de llevar una cuantiosa delegación de periodistas nacionales a las ferias turísticas internacionales. Sin embargo, esa participación ha cobrado ribetes colosales en las últimas ediciones de FITUR. Valiéndose de los bancos y otras fuentes para cubrir los gastos correspondientes, el contingente de periodistas ha crecido como la verdolaga. Esto es una practica toxica en vista de que los periodistas locales no atraen turistas extranjeros con sus reportajes, los cuales salen en los medios locales solamente. Y aunque se difundan por medios digitales no se puede asumir que los viajeros potenciales de nuestros mercados emisores principales saben español.
Deberá admitirse que algunas de las iniciativas de Collado representan intervenciones que mejoran el producto turístico. Así califican las de las playas de Macao y Palenque y las de los balnearios Los Patos y Saladilla en Barahona. También las remodelaciones de los malecones de Cabrera, Santo Domingo Este, San Pedro, La Romana, La Caleta y Samana, amén de las obras de remozamiento urbano en el Centro Histórico de la capital. Pero lo que no se ha visto es un esfuerzo de su parte para acometer las tareas más retadoras del mejoramiento del producto: 1) puerto de cruceros de Santo Domingo, 2) centro de convenciones en Santo Domingo, 3) saneamiento del Acuífero del Este, 4) regulación de las viviendas de Airbnb, 5) plan de desarrollo urbano de Bávaro-Punta Cana, 6) reforma del marco jurídico del sector, 7) introducción de hidroalas en la Bahia de Ocoa, etc. Todas estas son tareas espinosas que requieren una labor de concertación que debe hacerse presencialmente, para lo cual su permanencia en el país es indispensable.
No cabe duda de que con la llegada de 11.2 millones de visitantes en el 2024 y una ocupación hotelera promedio de 83.3% en enero del 2025, la industria turística “dominicana” está en su mejor momento. El hecho de que la última encuesta Gallup reportó a Collado como el potencial candidato presidencial mejor posicionado dentro del PRM es un resultado del menjurje publicitario y la diligencia con que ha impulsado su gestión. Después de todo, un prominente líder político nuestro hizo famosa la sentencia de que “en política lo que cuenta es la percepción.” Parecería que en este caso una gestión plutocrática ha producido una percepción bienhechora.
Pero falta mucho todavía para poder cantar victoria. Si Collado quiere seguir con sus pretensiones presidenciales debe cambiar de rumbo. Los votos que pueda generarle la estrecha imbricación con el empresariado sectorial no serán suficientes para ganar la contienda electoral. Con la fama que tiene de ser distante, y aunque afable, no mezclarse con las instancias del partido oficial, las simpatías hasta ahora conquistadas podrían no convertirse en votos. Un giro de la política turística para favorecer el fortalecimiento y diversificación del producto turístico nacional tendría mayor racionalidad política. Favorecer, por ejemplo, el aumento salarial solicitado por las federaciones de trabajadores del sector y, por otro lado, realizar auditorías de las empresas para asegurarse de que los colaboradores estén recibiendo las propinas que le corresponden serian iniciativas que le granjearían mayor credibilidad en el electorado. De seguir privilegiando al empresariado del sector no se sabe dónde iremos a parar con la candidatura presidencial de nuestro flamante ministro. Autor: Juan Llado – Especial para Suelocaribe.com
Si Collado tomara las críticas contenidas en este articulo como costructivas, y ejecuta las mejoras al producto que el autor sugiere, su gestión daria un salto contundente reflejandose de manera positiva en sus aspiraciones politicas.
In excelente Articulo, real y preciso. Aqui absoluta Realidad de Nuestro Distante Ministro, Es como una somber de su ministerio. gracias Juan