La actual gestión de Gobierno se ha atrevido a avanzar en un proyecto de desarrollo turístico de la fronteriza provincia Pedernales que, de acuerdo al discurso, será sostenible y sustentable e implica a las cuatro provincias de la región Enriquillo, ricas en recursos naturales, pero empobrecidas hasta el tuétano. Plausible.
El desarrollo del turismo, si se asume como fenómeno social y con el menor impacto posible al medioambiente, constituye uno de los caminos para atacar la deuda social acumulada que, “por los siglos de los siglos”, el sistema le ha pegado al sudoeste largo a golpe de abandono.
Casi 70 de cada cien pedernalenses sufren la desgracia de la pobreza; 54% es la media para las provincias de la frontera dominico-haitiana. El mismo panorama caracteriza a la región Enriquillo (Baoruco, Independencia, Barahona y Pedernales).
La realidad es que la inversión estatal y empresarial, históricamente, ha sido escuálida en esa franja del territorio nacional.
Y la muy poca que ha habido la han orientado a operativos para la sobrevivencia, una especie de tapa boquetes con acentuados matices demagógicos.
O, como en el caso de Pedernales, a la explotación impiadosa de sus recursos mineros (bauxita, caliza) sin redituar riqueza a la gente; ni, mucho menos, promover planes de desarrollo integral.
Ante este panorama, ponernos en positivo –sin perder nuestra capacidad de mirada crítica- es lo menos que deberíamos hacer los sureños ante iniciativas gubernamentales fundamentadas en el discurso de turismo sostenible y sustentable, inversión social y desarrollo integral.
En palabras sencillas, las autoridades nos quieren decir que se enfocarán en el aprovechamiento racional de los recursos naturales; enfatizarán en la creación de empleos locales; cuidarán y promoverán la cultura de las comunidades y facilitarán la interacción de los turistas con las personas de los pueblos dueños de las riquezas naturales; impulsarán el consumo de los productos locales; reducirán al mínimo los ruidos y la producción de materiales y gases contaminantes del ambiente.
Eso representa la construcción desde cero de un destino sustentable que –según los gestores oficiales- está regido por la planificación. Demanda hay. Es la nueva onda del turismo mundial.
En Cabo Rojo, 23 kilómetros al sureste del pueblo, construirán el complejo hotelero (al menos 14 mil habitaciones) y, a cargo de la compañía mexicana ITM, la terminal de cruceros, a partir del aún activo muelle construido en 1957 por Alcoa Exploration Company para realizar sus embarques de la bauxita que explotaba en Aceitillar (en el luego declarado parque Baoruco) y, en la zona de amortiguamiento, en Las Mercedes.
Reconstruye y amplía la carretera Enriquillo-Pedernales (74 kilómetros), bajo el criterio de eliminación de todas las curvas que culebrean en el trayecto; ha continuado el tramo Barahona-Enriquillo, la instalación de la fibra óptica (destino inteligente) y la línea de 168 kilovatios para conectar al municipio con el sistema eléctrico nacional; siguen los estudios para la edificación del aeropuerto internacional en el paraje Manuel Goya, sabana Sansón, Oviedo, planean apoyar la readecuación de hoteles y restaurantes existentes, progresan las obras hidrosanitarias que –han dicho- proveerá agua potable al complejo y a la comunidad pedernalense.
En el municipio, pavimentan las calles y el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep), Escuela Vocacional del Miniesterio de Defensa y el Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología facilitan cursos técnicos focalizados en la esperada demanda del turismo.
La iniciativa es realmente ambiciosa. Se requiere acogerla con beneplácito. Abrazarse fuerte a ella y no soltarla hasta el final, por inédita y por la enseñanza de la cultura popular, que reza: “Las oportunidades son calvas y hay que agarrarlas por los cabellos”.La espera ha sido larga, paciente y muy dura.
Pero a la vista se evidencian cojeras que el presidente Luis Abinader, con su interés y su poder, debería de mandar a enderezar. El tiempo pasa y se podría arruinar el buque insignia de su gestión.
El circuito de carreteras es vital. Sin comunicación vial de calidad, todo lo otro pierde sentido; mas, la intervención profunda del tramo Enriquillo-Pedernales, sin precedentes en la historia de la provincia, va como “suero de miel de abeja”.
Tal construcción representaría un hito de la gestión actual, porque la carretera Oviedo-Pedernales fue hecha a pico y pala, en 1934, y, en general, hasta 2022 el Gobierno no le ha hecho variaciones importantes, pese a la peligrosidad del tramo.
No ha iniciado la anunciada conexión con Puesto Escondido, Duvergé, a través de sierra Baoruco, que reduciría a 40 minutos, en vez de cuatro horas, el viaje a Independencia y Baoruco.
No solo sería una ruta panorámica para que turistas locales y extranjeros y demás visitantes disfruten a plenitud el espectáculo deslumbrante que regala la naturaleza sureña.
También constituiría una reivindicación histórica de los padres fundadores de Pedernales, a partir de 1927.
Por los inextricables caminos del Baoruco, ellos bajaron en sus mulos a poblar la macondiana sabana Juan López (hoy Pedernales), atraídos por mil y una promesas del gobierno de Horacio Vázquez.
Sin embargo, hoy, esa ruta es mucho más conocida por motociclistas aventureros y otros monteadores de las metrópolis a quienes les resultan placenteros los desafíos a lo difícil, al peligro.
Comoquiera que se mire, el circuito de carreteras en cuestión es vital para el desarrollo de la región más pobre del país. Las provincias están aisladas pese a la cercanía. Solo una vía lleva hasta esta provincia: la que comunica con Barahona. Por Pedernales no se pasa; hay que ir.
Conforme los objetivos del Proyecto de Desarrollo Turístico y de los programas de inversión social gubernamentales, el circuito vial Barahona-Pedernales-Pedernales-Puesto Escondido deberían marcarse como de altísima prioridad, porque eso solo ya sería un factor que fortalecería los vínculos culturales de esos pueblos y contribuiría al dinamismo económico.
Igual atención debería tener el proyecto del Frente Marino, en la playa del municipio; un centro cultural; carreteras óptimas hacia las comunidades agrícolas, un anfiteatro y la construcción de apartamentos para eliminar los cinturones de miseria de la periferia del municipio cabecera.
Si se plantea como objetivo mayor la creación del primer destino turístico sostenible y sustentable con posibilidades de competencia libre y leal frente los establecidos polos del este y del norte, “hay que ponerle pilas” al asunto de las carreteras y otras obras directamente relacionadas con las comunidades.
El presidente Abinader haría historia en el sur abandonado. Pero transita el tercer año de su cuatrienio y hay atrasos por resolver en el mismo Pedernales.
Nada mal si él se zapatea y ordena aceleración.
