Las expectativas de progreso a partir del desarrollo turístico de Pedernales y la región Enriquillo han provocado un destape de ventas de terrenos y construcción de viviendas y locales para negocios, de manera horizontal hacia los cuatro costados, sin la guía de un plan de ordenamiento territorial.

Urge que el gobierno local, con el acompañamiento del Gobierno, promueva una parada para el analizar la situación y proyectar el destino de la provincia Pedernales, si se sigue por ese sendero tenebroso.

Como van las cosas, todo está en riesgo de caotizarse, incluso las ubérrimas tierras del proyecto agrícola Los Olivares, dos kilómetros al sureste del pueblo, de lo poco con que cuenta la demarcación para producir alimentos para consumo de la comunidad y suplir la probable demanda de los turistas.

Se evidencia una tendencia de urbanización hacia esa área, pese que debería ser preservada en vista de su valor agrícola y porque se trata de predios que guardan relatos y actividades culturales de primeros agricultores de la comarca, como los convites, de interés comunitario y turístico.

Y eso, más temprano que tarde, perjudicará a todo el pueblo.

El 23 de junio de 2021, el Gobierno presentó en Pedernales el Plan Municipal y Turístico de Ordenamiento Territorial-Zona Urbana (POTT), único en el país, con el objetivo de un desarrollo turístico más armónico con los intereses de la comunidad y de los visitantes.

Durante el acto con la presencia del presidente Luis Abinader, el director ejecutivo del Proyecto de Desarrollo Turístico de Pedernales, viceministro de Cooperación Internacional de Turismo, arquitecto Carlos Peguero, destacó que “… buscamos superar la dualidad de una ciudad escenario del disfrute versus una ciudad del padecimiento de las contradicciones de un desarrollo desequilibrado y dicotómico (ciudad turística-ciudad residente”.

Planteó que el instrumento ha sido diseñado partiendo de una visión sistémica de planificación territorial en busca de satisfacer las tendencias de la demanda turística que refieren a la renovación y contraste, presencia de un entorno natural de calidad, de recursos no explotados, de cultura y de patrimonio arquitectónico, de turismo rural en entorno y valores de identidad, espiritualidad y salud, así como las demandas propias de los munícipes de Pedernales”.

Según el funcionario, buscan que “el territorio y la comunidad conformen de manera integral el producto turístico que el visitante consuma, no limitándose a los establecimientos o negocios propiamente turísticos, transformando a Pedernales en el primer municipio turístico desarrollado como conjunto de realidades armónicamente relacionadas (clima, cultura, paisaje, gastronomía, infraestructuras, vida cotidiana, empresas turísticas)”.

El POTT representaría una muralla para contener, al menos en parte, la anarquía que se cuece en el territorio de esta provincia de 2,075 kilómetros cuadrados de superficie, pero con el 68% de parques nacionales (Baoruco y Jaragua).

En realidad, queda poco espacio para construir; por tanto, debe ser administrado científicamente por las autoridades.

De algo han de servirnos desórdenes territoriales insufribles como el que presenta el Gran Santo Domingo, o municipios como el norteño Moca, cuyas tierras agrícolas categoría 1, sufren un creciente proceso de urbanización.

El problema es que, en Pedernales, el caos gana terreno con las horas y, si logra instalarse, no habrá que plan que valga.

Cierto que el Gobierno ha tenido que comenzar de cero en su Proyecto de Desarrollo Turístico, y, por tanto, necesita tiempo para avanzar en los procesos. Pero, en cuanto a ordenamiento territorial, la coyuntura le urge una estrategia de intervención, para frenar el hambre de construcción sin control de viviendas y negocios en cualquier sitio.

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