Escribía yo que en ocasión de la tercera presentación de memorias ante la Asamblea Nacional, el 27 de febrero de 2023, el presidente Luis Abinader tendría más razones que en las anteriores para mencionar a Pedernales.
Lo había hecho en febrero de 2021 para anunciar la pretensión del gobierno de impulsar el desarrollo turístico de esta empobrecida provincia del extremo sudoeste del territorio nacional. Al año siguiente regresaba sobre el tema con el anuncio de avances en la planificación.
https://acento.com.do/opinion/turismo-de-pedernales-en-el-discurso-del-27-9166232.html.
Justamente, en su reciente discurso ha remarcado acerca de ejecución de infraestructuras necesarias para sustentar tal iniciativa, como subestación eléctrica, carreteras, obras hidrosanitarias.
Y ha confirmado la licitación para la construir el aeropuerto internacional en el paraje Manuel Goya, municipio Oviedo, así como el inicio de un tercer hotel en Cabo Rojo, que sumará 500 habitaciones a las 1,100 de los dos primeros. Dos serán operados por la cadena Haytt y el otro por Iberostar.
Según Abinader, se trata de una inversión de 335 millones de dólares (mmd), que generará 2,200 empleos directos y 6,600 indirectos, más la inversión de 98 millones de dólares (mmd) en la readecuación del muelle para convertirlo en puerto de cruceros por parte de la empresa mexicana ITM Group. Anunció que la línea Norwegian Cruise Line ya ha anunciado la llegada de cruceros a partir de enero de 2024.
No hay precedentes de tantas menciones sobre Pedernales por parte de un mandatario. Tampoco acerca de cinco visitas como las suyas en menos de tres años; ni de comienzo de obras de cara al gran turismo.
Debe ser así, si quiere coherencia con su anuncio de que el desarrollo turístico de aquel rincón será su legado.
Ahora bien, el turismo sostenible y sustentable prometido requiere equilibrar más la balanza con inversiones en los municipios y distritos municipales. Y pensar ya en el desarrollo de renglones menos vulnerables a los avatares nacionales e internacionales, como la producción agropecuaria, agroindustrias, fábricas.
El inesperado derrumbe del crecimiento turístico a causa de la pandemia de la covid-19 debería invitar a trabajar en esa dirección.
No bastaría con los empleos generados por los hoteles, a menos que nos dejemos tentar de las experiencias de polos desarrollados al margen de las comunidades dueñas de los recursos naturales.
La construcción del desarrollo integral va mucho más allá. Implica el bienestar general y asumir a la gente como sujeto de su destino. El maravilloso turismo sólo ha de ser el punto de partida para alcanzar tal objetivo.
Hay que modernizar los municipios Pedernales y Oviedo, igual que los distritos municipales Juancho y José Francisco Peña Gómez.
A la par, hay que invertir de manera sostenida en producción, educación, salud, viviendas, cultura, ciudadanía, remozamiento de los estadios y entretenimiento. Contribuir a formar seres humanos creativos y resilientes.
Progreso y desarrollo han de ser sembrados en las localidades sin más dilación, mientras avanza Cabo Rojo.
Los pedernalenses urgimos una agilización de la reconstrucción de los tramos carreteros Enriquillo-Barahona y Enriquillo-Pedernales, 49 y 74 kilómetros, única vía que tenemos disponible para conectarnos con la capital. Para terminarlos en el tiempo prometido, julio y diciembre de este año, se necesita una masiva intervención 24/7.
Por razones económicas, históricas, culturales y ahora turísticas, debería ser realidad la conexión con Puesto Escondido, desde la carretera de la Bauxita, por el piso de sierra Baoruco. Son apenas cerca de 50 kilómetros para completar el circuito de las cuatro provincias de la Región Enriquillo (Independencia, Baoruco, Barahona y Pedernales), el blanco de las inversiones sociales anunciadas por la actual gestión a partir del proyecto turístico Cabo Rojo.
Nuestra provincia necesita ponerse al día en cuanto a viviendas dignas. Arrabales no pegan con vida digna, ni con turismo sostenible; mas, arrabales es lo que han hecho crecer allí como yerba mala.
Iniciativas como Invivienda y Ciudad Juan Bosch, en menor escala, deberían replicarse para erradicar ese déficit. La ubicación de estas comunidades en una zona ciclónica manda a olvidarse de viviendas en madera y de los oportunistas operativos de entrega de zinc y cambio de pisos de tierra por cemento.
El alcantarillado pluvial y sanitario con plantas de tratamiento no existe, pese a que equivale a salud de las comunidades. Oviedo no debe seguir sin acueducto para provisión de agua potable en las casas.
Hay que construir nuevos edificios de oficinas públicas para librarnos de la vergüenza que existe. Edificar un centro cultural, un anfiteatro en el espacio de la cancha central y el frente marino.
El edificio del hospital es moderno. Pero hay que completar el equipamiento, personal médico, enfermeras, bioanalistas y otros técnicos para que pueda responder a las demandas actuales y futuras, en un municipio distante 124 kilómetros de Barahona, donde opera el hospital regional universitario Jaime Mota.
Ya en 1997, el presidente Leonel Fernández, en Diálogo con el Presidente, en vivo por Teleantillas, a mi pregunta como director y locutor de Radio Mil Informando, como doliente, respondía ampliamente que convertiría a Pedernales en “una tacita de oro”.
La Litis para la recuperación de las tierras robadas al Estado (Caso Bahía de las Águilas), iniciada por su gestión (1996-2000), más la orientación de las inversiones gubernamentales hacia otras prioridades, sepultaron ese sueño.
Ahora, Abinader ha reiterado que el legado de su gestión será convertir a la empobrecida Pedernales en destino turístico. Ha dado pasos concretos en su promesa de turismo sostenible y sustentable. Plausible.
Pero, para avanzar en la dirección planteada, necesita exhibir otras acciones cónsonas con la promesa de desarrollo integral, más allá de Cabo Rojo, en los municipios y distritos municipales.
