Es lugar común en los discursos de los corrillos citadinos,
etiquetar a Pedernales como un pueblo carente de todo
“donde el diablo dio las tres voces” y “los perros deben
recostarse para ladrar”, por hambre.
A contracorriente de la exclusión por parte de un Estado
elitista e irresponsable, a la dureza del clima y al estigma
de su condición de fronteriza con Haití, la gente de esta
comarca del sudoeste, sin embargo, ha mostrado sobrada
resiliencia desde el primer asentamiento formal ejecutado
por el gobierno de Horacio Vásquez (1927).
Sobreponiéndose al desprecio, ha tallado su día a día
cultural a golpe de tesón y contra todo mal presagio. La
academia y la banda de música son un ejemplo.
Pedernales es un pueblo de músicos, algunos de ellos
sinfónicos. Y no de ahora. Entre 1948 y 1950 ya había
actividades musicales. En esa época ya estaban por
aquellas tierras secas el nativo de Monción, provincia
Santiago Rodríguez, Luis Emilio Cernuda, un excelente
guitarrista y segundo violinista de la Orquesta Sinfónica
Nacional, mismo que actuó como guitarrista contraparte
de la presentación en Santo Domingo del laureado Luis
Segovia; y el trompetista barahonero Manuel Arquímedes.
La academia nació con la provincia (1 de abril de 1958
según la Ley 4815) y él, Cernuda, fue su primer director.
No regresaría a su pueblo natal. Moriría víctima del
alcohol en el sitio donde compartió sus conocimientos. El
centro especializado lleva su nombre.
Le siguieron otros maestros: Santo Damaso, nativo de
Enriquillo, Barahona; el grandulón Jorge Sierra (Jorgito),
pianista de Ramón Gallardo y orquesta, además de fino
trompetista de Neyba, provincia Baoruco; Manuel Resí,
guitarrista de Enriquillo; Delio Gautreaux, de Barahona;
Librado Santana, un versátil músico de Jimaní, provincia
Independencia, el sin par barahonero Luis Ramón
Corporán (Ojitos Verdes), quien, cuando se tragueaba,
cogía su trompeta y se iba a visitar amigos para hablar y
tocarle unas tonadas.
A inicios de la década de 1970, fue nombrado el primer
director nativo, Alcibíades Méndez López (Bobollo),
virtuoso del saxo y de otros instrumentos, arreglista,
compositor y cantante, cabeza de una familia de músicos.
También dirigió el combo Pedernales de la provincia.
Tras su inesperada muerte, fue sustituido por su hermano
Ramón Méndez López (Mon Matilde), quien toca saxo,
clarinete y otros instrumentos y aún sigue en funciones.
En los años 70 la banda de música tuvo mujeres como
Cruz Galarza, Ana y María Méndez, saxofonistas;
Carmencita Adames, Chavela y Nancy Molina, cantantes.
En la actualidad, participan Shaila, en el saxo tenor;
Mikailis Matos y Cristine González, clarinete.
Y egresado de allí y del Conservatorio Nacional, está
activo hoy en la Sinfónica Nacional, como saxofonista, el
joven Gregorio Méndez Matos, hijo de Mon Matilde.
Pese a sus aportes, la academia y la banda de música,
únicas en la provincia, viven tiempos de incertidumbre a
causa de la falta de instrumentos y la obsolescencia de los
existentes. Existen apenas por la vocación de servicio de
sus talentos. Varios sus músicos poseen instrumentos
propios, que también se deterioran. El director devenga un
salario de RD$ 5,000 y 3,000 cada músico.
Un grupo de chat de pedernalenses ausentes, Serie 69, ha
hecho operativos de recolección de instrumentos para
apoyar, pero algunos ya han cumplido su vida útil.
Roberto Fulcar, cuando fue ministro de Educación, me
requeteprometió atender las carencias, pero incumplió.
En el presente urgen de un bombo de calle o drum, dos
redoblantes, un amplificador para bajo eléctrico, un piano,
cañas para saxofones alto y tenor y para clarinetes, aceites
para lubricarlo. Necesitan tres saxos tenor y alto, tres
clarinetes y tres trompetas.
El Proyecto de Desarrollo Turístico de Pedernales, que
ejecuta el Gobierno en Cabo Rojo (12,000 habitaciones
hoteleras, amenidades y puerto de cruceros), se
fundamenta en la construcción de un destino de turismo
sostenible. El turismo sostenible necesita el pilar de la
cultura y, como parte de ella, la música popular y clásica.
En ese contexto, tales instancias constituyen eslabones
vitales en tanto soportes que, además de alejar a jóvenes
de los tentáculos de la delincuencia y los vicios,
contribuirían a generar interacciones artísticas sanas con
los turistas nacionales y extranjeros.
Ahora que “estamos en campaña porque hay almas que
salvar”, le sugiero al presidente Luis Abinader que
instruya para que la academia y la banda de música de
Pedernales sean equipadas de inmediato y, de paso, le
asignen salarios dignos a su personal.
Está bueno ya de mendigar para mantener apenas vivas a
entidades vitales para la identidad y la cultura nacionales;
sobre todo, las existentes en una frontera altamente
permeable como la nuestra respecto de Haití. El Estado
debe responder.