Boca Chica es uno de los polos turísticos más viejos de la República Dominicana; cuenta con la playa más visitada por los residentes en Santo Domingo y el Distrito Nacional y muy frecuentada por turistas de diferentes países. Pero hoy todo el que la utiliza corre peligro de enfermar y se puede desencadenar una situación que, además de problemas de salud y muertes, podría representar un grave problema para nuestro turismo.

Lo que ha publicado en la prensa nacional es grave: “Boca Chica constituye un peligro para la salud de los niños”, alerta especialista del Gobierno, titula el periódico Diario Libre, bajo la firma de la periodista de investigación Mariela Mejía. La playa recibe las descargas residuales de las comunidades que corren por el litoral costero. Esto es sumamente grave y el Gobierno, especialmente los ministerios de Turismo (Mitur), Salud Pública y Medio Ambiente, no debe perder tiempo y buscar una solución a este problema.

Es preocupante; las marcas del flujo de las descargas residuales se observan desde la costa de La Romana hasta la playa de Boca Chica, cita el diario. Lo que está llegando a la playa de Boca Chica es materia fecal y otros contaminantes, eso es una amenaza para la salud de cientos de miles de personas y debe llamar la atención de las autoridades (Gobierno Central y alcaldes) y empresarios con inversiones en el turismo.

Para que tengan una idea de la gravedad de la situación, según cita la periodista Mejía, el director ejecutivo del Gabinete del Sector Agua, Gilberto Reynoso, dijo lo siguiente: “Posiblemente usted lleva un niño a bañarse a Boca Chica y antes de las 24 horas tiene fiebre, porque está altamente contaminada, cargada de bacterias fecales”. Esto es insólito en un país que depende en gran medida del turismo.

Según ese funcionario, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, interesada en Boca Chica, analizó que todo el bañista que va a esa playa “se pone en contacto por lo menos con dos kilos de materia fecal”, y que la alta contaminación viene dada porque solo en San Pedro de Macorís se trata el 30% de las aguas residuales que se generan en los hogares. Por eso: “Hoy, usted va a Boca Chica y siente el piso, la arena babosa, y es básicamente una descomposición del piso (…) Boca Chica constituye un peligro a la salud de los niños”.

Este tema debe entrar entre las prioridades del Gobierno Central. El ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Miguel Ceara Hatton, ha presentado un plan de inversiones para resolver el problema del agua en todo el país, que es hasta el 2036 por un monto estimado de US$8,564 millones, que vendrá apoyado por un pacto nacional por el agua y una política de Estado. Nuestra sugerencia es que la situación de las aguas residuales se priorice en Boca Chica y todas las zonas costeras.

El presidente Luis Abinader, los ministros de Turismo, David Collado, de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera,  y de Salud Pública, Daniel Rivera, deben asumir esta situación de manera personal y destinar los recursos necesarios para resolver ese problema en el corto o mediano plazo, porque eso es una bomba de tiempo y una de las peores amenazas para el turismo, la salud y el medio ambiente. Hay que involucrar a los alcaldes para que se construyan plantas residuales en todos los municipios costeros, comenzando con La Romana, San Pedro de Macorís y Boca Chica, para evitar descargas directas y que los ríos arrastren las aguas residuales hacia el mar. La solución de este problema no debe esperar, si se quiere preservar nuestro turismo y la vida de mucha gente.

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