Lo mismo ha ocurrido con el aceite de oliva virgen extra. Hasta hace muy poco, se conocía el aceite de oliva en singular y, en la actualidad, sucede como con el vino. Todo el mundo intenta o aprende a distinguir los tipos de aceituna y los territorios donde están los olivos. Y eso da lugar a que, en vez de aceite de oliva virgen extra en singular, se hable ya de los aceites.
Cervezas para cada momento de la comida
Con la cerveza sucede igual. Todo el mundo cuando pide esta magnífica bebida se limita a decir que quiere una, como mucho de presión o en botella y, en ocasiones, pregunta por la marca.
Pero realmente en las cervezas hay grandes diferencias. Más aún, creo que existen cervezas adecuadas para cada momento de la comida. Unas, para el aperitivo en la barra; otras para el aperitivo cuando uno está sentado. Y, aunque sea difícil de entender, existen cervezas para el marisco, para el pescado sencillo o en guiso, para la carne blanca o roja y para los postres.
Esos diferentes tipos dependen en gran medida de cuatro variables: la intensidad del cereal, el alcohol, la amargura y el color.
Dejando a un lado la cerveza sin alcohol o las negras, pueden plantearse cuatro tipos básicos de cerveza y se podría llegar hasta ocho. De esa forma, existiría la cerveza adecuada para cada momento de la comida. Y de esa manera, la cerveza se incorporaría a la gastronomía del siglo XXI.
Ingrediente y acompañamiento
Como es natural, esa incorporación a la gastronomía abarcaría dos aspectos: en un caso, la cerveza sería ingrediente; y en el resto de momentos, la mayoría, la cerveza sería compañía o armonía con la parte sólida de la comida.
Cuando la cerveza se tome en la mesa, a lo largo de la comida, lo lógico es que sea en botella y, naturalmente, en un cubo de hielo, tal y como se hace con el cava o con los vinos blancos.
El cubo con hielo
Ahora se la toma uno a toda velocidad o, en caso contrario, la toma caliente. El tema del cubo con hielo, por tanto, sería imprescindible una vez que la cerveza sea acompañamiento.
Me gustaría adelantar, aunque es un tema que debe ser objeto de estudio por técnicos, expertos, sumilleres o gourmets que, básicamente, hay dos tipos de cerveza, la suave y la intensa y, dentro de la intensa, sin duda, más o menos amarga, más o menos profunda. Ambas pueden ser con más o menos alcohol y con mayor o menor intensidad.
Normalmente, las cervezas suaves tienen un color más claro y las intensas un color más profundo pero no es una regla absoluta. Existen excepciones.
Tipología de las cervezas
En todo caso, creo que sería importante que las diferentes instituciones y, por supuesto, el mundo de la cerveza, hicieran un intento por establecer una tipología de las mismas tal y como se ha hecho con los vinos y se está haciendo con los aceites.
No existe un vino que valga para armonizar con todos los platos y alimentos, como tampoco existen aceites ideales para todos los usos.
En este sentido, tampoco existe una cerveza que valga para todos los momentos de la comida y, más aún, con la forma y modo de comer.
Esa tipología permitirá dar un mayor valor gastronómico a la cerveza pero, al mismo tiempo, permitirá a los clientes y a los consumidores poder disfrutar más a la hora de comer combinando sus platos o sus productos con una buena o buenísima cerveza en lugar de con un vino regular. Y de esa forma, poder gastar menos y adecuar más la comida a su presupuesto.
Espero que poco a poco también empecemos a hablar más de “Las cervezas en la Gastronomía del Siglo XXI”.