PUNTA CANA, Higüey. En un área despejada del complejo turístico, Frank Rainieri observa los resultados del trabajo incansable, tenaz, perseverante, que hace más de cuatro décadas parecía un sueño, una ilusión:Puntacana Resort & Club y un conjunto de complejos turísticos lujosos y confortables. Es la obra maestra a la que ha dedicado más de la mitad de su vida.
“La verdad es que en este proceso, particularmente en sus inicios, pasamos las de Caín. Pasamos de todo. Pero seguimos adelante. Cuando nos embarcamos en esta empresa, República Dominicana no tenía condiciones para el desarrollo turístico”.
Aunque ha tenido que superar obstáculos y zancadillas, coronó el éxito. Rainieri muestra satisfacción y orgullo cuando habla de la empresa que sustenta el desarrollo turístico de la región. “Aquí estamos. La esencia nuestra ha sido siempre el desarrollo de la industria turística. Por esa razón, mientras viva, seguiré trabajando en el sector turístico”.
El empresario y presidente del Grupo Puntacana es reconocido como el líder y visionario no sólo del desarrollo turístico de esta región, sino de la industria turística en nuestro país.
Se le reconoce, además, como pionero del turismo sostenible desde sus inicios. Actualmente el Grupo tiene la Fundación Ecológica Puntacana, responsable de la preservación del Gavilán de la Hispaniola, el proyecto de protección de arrecifes de corales y el uso de biomasa, es decir, la energía solar convertida por la vegetación en materia orgánica. La basura se recolecta, se incinera y se vende.
“Todas las aguas de Puntacana la recogemos, la tratamos aeróbicamente y esa agua la tratamos con el sol y ya cuando va a salir es que le incorporamos cloro. Es el agua que usamos para el campo de golf. Nosotros usamos cada día alrededor de tres millones de galones de agua reciclada”.
La empresa cumple con las normas medioambientales y ahorra recursos, “porque no usamos pesticidas, ni materiales. Actualmente todos los hoteles de esa zona reciclan el agua. Nos hemos convertido en un modelo a seguir. Creo que eso es lo más importante”.
“Hoy el Aeropuerto Internacional de Puntacana es el de mayor movimiento internacional de todo el Caribe y nos enorgullece de que también es un gran recaudador de recursos para el Estado dominicano y fuente de empleo para el desarrollo de la región, que genera el 30 por ciento de las divisas del país”.
Refiere que el Grupo Puntacana le paga al Estado los impuestos desde que cobraba hace años una suma que ya se multiplicó “por muchísimo y mantenemos un aeropuerto que es hoy el noveno más grande de América Latina. El flujo de pasajeros es enorme”.
El presidente del Grupo Puntacana mencionó el extraordinario desarrollo inmobiliario, que ha dado excelentes resultados a la empresa.
“El 90 por ciento de los propietarios de viviendas son extranjeros, gente de todas las nacionalidades. Lo más interesante es que de todas esas personas incursionan en negocios en la República Dominicana, porque entienden que en el país hay un buen clima de inversiones. Eso para nosotros es una gran satisfacción”.
Desarrollo turístico. “En la industria del turismo hay que tener cuidado. Nuestra industria crece. Creo que hay que ir paso a paso. Por eso hay que invertir con prudencia. El aeropuerto lo hemos ido construyendo por etapas y simultáneamente el resto de la empresa.
Comenzamos con 100 habitaciones y seguimos cumpliendo poco a poco, hasta que llegamos a 406 habitaciones y el aeropuerto.
Hemos ido creciendo. Naturalmente, tuvimos que hacer una compañía de acueducto, una compañía eléctrica, porque aquí ni llegaron ni llegan las redes eléctricas; tenemos nuestra empresa telefónica, cuerpo de bomberos, ambulancias, seguridad privada.
En el 2001 construimos 42 viviendas, un colegio y una iglesia. Actualmente hay más de 1,000 viviendas, el Colegio Puntacana International School, con más de 500 alumnos, reconocido por la Asociación de Colegios de Nueva Inglaterra y por la Unión Europea.
Tenemos el Politécnico de Puntacana. Yo dije que no podemos seguir graduando gente para lanzarlos al mercado universitario. Este país no resiste más universidades, ni más abogados, ni médicos, ni ingenieros, ni arquitectos.
El 74 por ciento del personal de la industria hotelera de esta zona no es de la provincia La Altagracia. Vienen de distantes regiones del país. En nuestra empresa entrevistamos alrededor de cien personas cada semana, y eso ocurre con las demás.
En realidad, en el país no tenemos gente para los servicios de emergencia ni para los servicios fundamentales; no hay paramédicos, Se necesitan plomeros, electricistas, panaderos, camareros, camareras, cocineros y bartenders.
Da pena y vergüenza que todavía hoy, con 36,000 habitaciones hoteleras, y de tanto que se habla del turismo en esta zona, el Estado no tiene una escuela de turismo.
El INFOTEP nos ayuda en el politécnico, pero el Estado en sí nunca ha preparado escuelas técnicas para suplir las necesidades del sector turístico. El personal que tenemos se forma en los hoteles y ya. Gracias a Dios, estamos a otro nivel. Todos los jóvenes que se gradúan en el politécnico tienen trabajo garantizado.
Aquí se ha mudado una clase media joven, profesional, que se vio ahogada por Santo Domingo y aquí tiene condiciones de vida, de educación, salud, seguridad, de buenos servicios de agua, energía eléctrica y de transporte.”
Inquietud sobre temas delicados
Sin embargo, el empresario teme que una campaña mal dirigida desde instancias del Gobierno amenace el turismo. Como ejemplo, citó el caso de México cuando se difundió la información del virus gripal AH1N1.
“El golpe más mortal que se le dio a la industria turística de México fue cuando declararon la fiebre AH1N1, que después resultó que no era verdad. Eso hundió el turismo. Fue un error político que la prensa reprodujo y que, naturalmente, los países que compiten con México aprovechamos.
De modo que debemos tener mucho cuidado con todo. Por eso es necesario una política de Estado. Ahora se está hablando en el país de casos del virus AH1N1. No es que no se diga, es cómo se diga y cómo se maneje”. Fuente: Hoy/Reportaje de Arismendy Calderón.
